Monumento



INMORTALIZADO EN ESTATUA
Los hinchas de Boca homenajearon al máximo goleador de la historia de Boca con una estatua de tres metros en el Museo de la Pasión Boquense. La escultura del ídolo xeneize acompaña otras como la Diego Maradona y a Juan Román Riquelme

Martín Palermo recibió otro reconocimiento de los hinchas de Boca, al inaugurarse una estatua en su honor el sábado 20 de Agosto en el Museo de la Pasión Boquense. El homenaje mide 306 centímetros de altura, debido a la cantidad de goles que durante toda su carrera, y pesa 160 kilos. La obra, que fue diseñada por Elizabeth Eichhorn y Damián Biagetti, ahora acompaña a las esculturas de otros ídolos de Boca, como Diego Maradona o Juan Román Riquelme.

Ni bien comenzó su carrera, Martín Palermo se ganó el apodo de “El Loco”, por sus excentricidades y por su forma de ser. Ya sea bajándose los pantalones, disfrazándose de mujer o con un nuevo look, el ahora llamado “Titán” siempre sorprendió con algo nuevo. Este sábado, la sorpresa fue él: “Boca me dio muchas emociones. Ustedes me agradecen todos los días lo que hice, aún hoy que no estoy en actividad”, confesó.

En 1997 entró en Boca para empezar a conformar lo que muchos llamaron “una vida de película”. En esos años, Boca se convirtió en el equipo más ganador del mundo. Debutó en la Selección Nacional en 1999 y entró al Libro Guinness de los Récords por errar 3 penales en un mismo partido -a causa de esto, tuvo que esperar diez años tener una segunda oportunidad. Para suerte de los argentinos, esta permitió la clasificación al Mundial de Sudáfrica 2011, con un gol heroico bajo la lluvia-. Convirtió su gol número 100, jugando con los ligamentos rotos. Sufrió lesiones muy importantes que retiraron a muchos jugadores. En su primer partido, luego de recuperarse de una rotura de ligamentos cruzados sorprendió al eterno rival de Boca Juniors con uno de los goles más emocionantes de su carrera, en la semifinal de la Copa Libertadores. Ganó esa Copa, el torneo local y luego, en la definición de la Copa Intercontinental, marcó los dos goles decisivos para coronarse campeón frente al Real Madrid.

En 2001, dejó Boca para comenzar su paso por el Villarreal, aunque jugó poco tiempo debido a otra lesión importante e insólita. Finalmente, en el 2004 volvió a Boca para quedarse. Y aunque se dice que las “segundas etapas nunca son buenas”, Martín Palermo fue la excepción. Por tener siempre el arco en la mira y por no bajar los brazos, incursionó en nuevas maneras de hacer goles: desde la mitad de cancha o con la cabeza desde 61 metros. Así, el “optimista del gol”, como bien lo definió Carlos Bianchi, convirtió 297 goles hasta su retiro en el 2011. Por eso, en su despedida, que se realizó en La Bombonera, le regalaron el arco del campo de juego, uno de sus socios más fieles. Y porque con eso no bastaba, el sábado pasado, al “hombre de película” lo recodaron como se merece: con la más grande de las estatuillas.
El monumento de Palermo


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