La primera victima del loco

Recordamos un poco de historia, el primer arquero en sufrir un gol de Martín Palermo fue Francisco Ariel Guillén.
La Garza Palermo

Corría un 23 de mayo de 1993, Estudiantes recibía la visita de San Martín de Tucumán, en un partido válido por la 16ta. fecha del Torneo Apertura. Nadie se hubiera imaginado que estaría naciendo una leyenda...
La Garza, primer apodo que tuvo por sus piernas largas y flacas, no había podido demostrar en sus primeros partidos en la máxima categoría el olfato que había sabido construir cuando jugaba en Inferiores y Reserva. Martín cumplía con creces en el preliminar aunque luego decepcionaba en Primera y era reprobado por los hinchas albirrojos que no entendían de tolerancia en un momento delicado en el plano futbolístico e institucional.
¿Quién hubiera pensado que ese día con los pelos largos y enrulados, iba a convertir el primero de sus 272 goles en la Primera División del fútbol argentino? Palermo ya había debutado en el ´92 de la mano de Daniel Romeo y ahora el que lo sacaba del freezer era el uruguayo Luis Garisto Pan, quien lo pone de titular en un tridente ofensivo que integraban también Adrián Gustavo Paz Charquero y José Luis Calderón, con Rubén Oscar Capria de enganche.
Los murmullos decoraban las tribunas de 1 y 57 cada vez que tocaba el balón: "Es muy torpe, tiene menos definición que el amor", decía un asiduo hincha albirrojo más conocido como clara de huevo ya que cada vez que hablaba armaba unos merengues bárbaros en la tribuna. "No sirve, le falta técnica para jugar en la elite. Es más sencillo ponerle un pantalón a un pulpo a que haga un gol", comentaba uno de esos viejos impacientes que no suelen ser muy visionarios. Aunque hay que reconocer que el horizonte de Martín no parecía ser el más auspicioso y su nivel dejaba mucho que desear cada vez que debía demostrar.
A los 20 minutos del primer tiempo, el Correcaminos charrúa, Adrián Paz, metió un desborde por el costado derecho y lanzó un centro endiablado para la entrada de un jugador que comenzaba a encariñarse con las redes rivales. Palermo le metió un frentazo a la bola para decretar la apertura del marcador. En ese momento, Francisco Ariel Guillén, el arquero del santo tucumano, no sabía que iba a quedar en la historia por haber sido la primera víctima del Optimista del gol.
Ese es Palermo, un premio a la lucha, a la constancia, a no bajar los brazos nunca. Un premio a la insistencia, a la convicción y al sacrificio. Allá va Palermo, desafiando a la técnica, encaprichado, anulando manuales de estilo y libretos para definir. Allá va Palermo, en contra de todas las teorías, en contra de la imagen, la pose, la estética y la elegancia. Allá va Palermo, con el gol en la piel, obsesionado con el arco, con el bocho del mejor tenista y la fuerza de un leñador. Allá va Palermo, demostrando que lo esencial es invisible a los ojos…De los arqueros!!!
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